¿Te has encontrado alguna vez apretando los dientes demasiado, o con el ceño realmente fruncido en un momento de aparente calma? ¿O te has sorprendido a ti mismo en un diálogo interno analizando las consecuencias catastróficas de cualquier suceso pasado o futuro?.
«Es posible que la ansiedad esté actuando en ti, no solo a nivel mental sino también a nivel físico.«
La ansiedad es una emoción que se activa cuando notamos algún peligro interno o externo, produciendo una gran activación del sistema nervioso central y de todo el organismo. De alguna manera, nos prepara para hacer frente a una amenaza real o imaginaria (en la mayoría de los casos).
Cuando esto ocurre, notamos la ansiedad en nuestro cuerpo en forma de diferentes señales tales como:
- Sensación de nerviosismo, agitación o tensión.
- Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe.
- Aumento del ritmo cardíaco.
- Respiración acelerada (hiperventilación).
- Sudoración.
- Sensación de debilidad o cansancio.
- Problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual.
- Tener problemas para conciliar el sueño.
- Padecer problemas gastrointestinales (GI).
- Tener dificultades para controlar las preocupaciones.
- Tener la necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad.
Y que esto suceda no es el problema, el verdadero problema es cómo luchamos contra la ansiedad… pero de esto hablaremos en el siguiente artículo.